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EL AMOR NO ES COSA DE 3 (IchiRukiRenji) Cap. 4

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umpalumpa0172's avatar
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CAPÍTULO 4: LA FERIA.

Entró en su habitación y cerró con un portazo inconscientemente. Se quedó apoyada en la puerta. Las piernas le temblaban y las lágrimas brotaban descontroladas por su rostro. Se dejó deslizar hasta el suelo y se agarró las rodillas. En esa posición se sentía arropada. Quería hablar con alguien. Quería gritar. Quería llorar.

Fue hasta el escritorio. Su móvil la esperaba en la misma posición despreocupada en la que lo había dejado tras colgar a Hinamori. Lo cogió y lo apretó con fuerza.

"¿Y a quién voy a llamar? No quiero preocuparles. Byakuya estará trabajando, y ya hace bastante por mí como para que se preocupe más. Hinamori se preocuparía demasiado, seguramente se lo contaría a Aizen y Byakuya se acabaría enterando. Renji estará trabajando o estudiando. Ya tiene bastante." Optó por tumbarse sobre la cama y acurrucarse, como cuando era pequeña y le daban miedo las tormentas.

Se acordó de una noche en particular, en la que se desató una horrible tormenta eléctrica que la despertó. Ella debía tener unos 7 u 8 años. Salió de su cama y fue hasta el cuarto de su hermano. Él estaba sentado en el escritorio de su padre estudiando para un examen muy importante que tenía al día siguiente. Cuando la vio dejó los libros y los papeles y se tumbó con ella en su cama hasta que se volvió a dormir.

En ese momento no llovía ni tronaba, pero tenía la misma sensación. Se sentía insignificante. Un pez demasiado pequeño en un inmenso estanque. Se encogió todo lo que pudo. Quería que alguien la abrazase como había hecho su hermano aquella noche. Sentirse segura en unos brazos amigos. En esa postura cayó en la cuenta de que no había derramado ni una sola lágrima desde la fatídica noche.

>>La noche estaba tranquila y una fuerte lluvia caía sobre el Seiretei. Kaien estaba en el borde de la azotea. Decidido. Conocedor de que era la única salida. Ella por mucho que lo intentase y luchase no podía librarse del yugo que la apresaba. Notaba el aliento de ese repugnante hombre en la nuca y sus fuertes manos sujetándola. Sus risas. Sus burlas. Sus insultos. Sus exigencias.

>>Kaien dio un paso hacia delante y se precipitó al vacío. Ella sacando fuerzas de donde no las tenía se lanzó a ayudarlo. Consiguió agarrarle una mano. Empezó a resbalarse entre sus dedos mojados. Notaba el peso de Kaien tirando de ella. Sabía que si no lo soltaba pronto ella también se precipitaría al vacío. Pero no podía soltarlo. No quería soltarlo. La sonrisa de Kaien. Sonrisa que ella no entendía. Su despedida. Sus dedos soltando su mano y deslizándose por ella. Su cuerpo cayendo y chocando contra la acera. Los gritos de los sorprendidos viandantes. Su grito cortando el silencio de la noche, acompañado por un trueno.      

El recuerdo de aquella noche provocó un vacío en su corazón y que las lágrimas volvieran a brotar con más fuerza que antes. Era la primera vez que lloraba desde aquella noche. Era la primera vez que lloraba por la muerte de Kaien. Ni siquiera en el funeral, o cuando le contó a su hermano lo que de verdad había pasado.

Poco a poco, sus llantos se fueron apaciguando y las lágrimas dejaron de salir. Las reemplazó un fuerte dolor de cabeza. Notaba los ojos hinchados y enrojecidos. Oyó unos pasos vacilantes que se paraban en el pasillo, frente a su puerta, volver a caminar y alejarse. Una puerta abrirse y cerrarse.

Se quedó ahí acurrucada un buen rato. Con el móvil en la mano. Pensando en lo que había pasado hacia un rato, no sabía cuánto. Deseando haber podido darle una respuesta a Ganju, o a Ichigo. La imagen de su figura interponiéndose en el camino de Ganju para protegerla la hizo sentirse rara.

"Cuando lo vea se lo agradeceré." Se prometió a sí misma.

Entonces el móvil empezó a sonar y a vibrar en su puño. Con un respingo se irguió y miró el número que la llamaba. Lo reconoció enseguida. Lo había visto millones de veces.

-¿Diga?- dijo intentando sonar natural para no preocuparle.
-¿Rukia?- su voz alterada por el auricular sonó preocupada. No le había pasado desapercibida su voz tomada y llorosa.- ¿Rukia, estás bien? ¿Ha pasado algo?
-Tranquilo, estoy bien.-disimuló.- Es que me acabo de despertar.
-No me mientas, Rukia.-insistió su amigo.- ¿Qué ha pasado?
-Nada, de verdad.-Siguió sin colar pero él optó por darle un voto de confianza.
-Ya…Bueno… ¿Qué tal?

Empezaron a hablar y fue como si nada hubiese pasado. Él era el único que hacía que Rukia se olvidase de todo lo malo y su mente se centrase en la parte buena y que en vez de llorar, riese. A las dos o tres horas le avisaron de que la cena estaría lista en diez minutos.

-Oye, te tengo que dejar. Me llaman ya para cenar.-le explicó.
-¿Ya?-hizo una pausa.- Joder, cómo pasa el tiempo. Hisagi me va a matar. ¡Había quedado con él hace 10 minutos!

Ambos se rieron. A pesar de las prisas, alargaron la conversación 5 minutos más.

-Pero ¿de verdad que no te pasa nada?-le preguntó antes de colgar.
-De verdad.
-Como alguien se meta contigo le parto la cara.-amenazó.
-Antes de que tú le partas la cara, yo le parto las piernas.-volvieron a reír.
-Sabes que me puedes contar cualquier cosa, ¿verdad?-le dijo cambiando su tono a serio. Él era de los pocos que estaban al tanto de lo que había pasado con Kaien y se estaba esforzando para que todo acabase cuanto antes.
-Claro que lo sé.-murmuró ella.

Cuando ya, por fin, cortaron la comunicación, Rukia salió de su habitación. Por el pasillo se encontró con Ichigo, quien también salía de su cuarto. Este se alegró de ver que, a pesar de la leve hinchazón y el color rosáceo de sus ojos, Rukia tenía una sonrisa sincera en los labios.


Cuando por fin llegó el viernes, los estudiantes del instituto de Karakura aprovecharon para hacer planes para el fin de semana. A las afueras de la ciudad habían puesto una feria, solo para esa semana.

-¿Por qué no vamos?-dijo Keigo animado. Mizuiro, Ichigo, Isshida, Chad y él estaban sentados a la sombra de un árbol.
-¡Yo me apunto!-sonrió Mizuiro chocando la mano con Keigo.
-No sé… Tenemos los exámenes casi a la vuelta de la esquina.-opinó Ichigo recostándose en el tronco.
-¡¿PERO QUÉ DICES?!-se alarmó Keigo acercándose a él y arrodillándose.-¡¡SI AÚN QUEDAN 4 SEMANAS!!
-Por eso mismo…
-¡Por favor, Ichigo! 4 semanas es tiempo de sobra. Además como estudies tanto vas a acabar vegetal… ¡Yo te aviso
-Bueno…me lo pensaré…
-Eres malo…-lloriqueó encogiéndose como un niño pequeño.

Un murmullo de risitas llamó la atención de Ichigo. A la sombra de un árbol cercano había un corrillo de chicas de su clase, entre las que estaba Rukia. Ichigo no pudo evitar embelesarse por su risa. Se alegro de ver que estaba tan animada, cuando la tarde anterior había pasado tan mal trago. Durante la cena no dijo palabra, ni durante el desayuno. Simplemente se había limitado a escuchar y a sonreír.

Keigo y Mizuiro estaban planeando la salida y decidiendo a qué chicas invitar, Chad lo oía pero daba la impresión de que, como de costumbre, su mente estaba en otro sitio, y, curiosamente, Ichigo no era el único que observaba el grupito de chicas. Ishida también las miraba atentamente. El él también estaban Inoue y Tatsuki entre otras. Ichigo se preguntó a quien miraba su amigo, pero él no era un cotilla y no le preguntó.

Entonces Chad habló por primera vez en los quince minutos que llevaban de pausa.

-¿Os habéis enterado de lo último en el caso de los ataques?
-¿Qué?-se alarmó Ichigo dirigiendo toda su atención hacia él.- ¿Ha habido más ataques?- llevaba varios días sin escuchar las noticias ni leer el periódico.
-Al parecer, la mujer que sobrevivió al último ha recobrado el conocimiento.-le explicó.- Supongo que la policía no tardará en hablar con ella.
-¿Ataques?-preguntó Keigo.- ¿Os referís a las palizas?
-Sí. Ya llevan tres muertos y una víctima en estado crítico…-contó Ichigo.
-Espero que atrapen pronto a esos cabrones…
-Oye, Ishida.-lo llamó Mizuiro. Ishida que hasta ese momento no les había prestado atención se volvió hacia él.
-Dime.
-La mujer esa, la superviviente, ¿no estaba en el hospital de tu padre? –el padre de Ishida era el dueño de uno de los hospitales más importantes y prestigiosos de toda la ciudad, nada que ver con la Clínica Kurosaki.
-Sí, así es.
-¿Y sabes algo de lo que pasó? ¿De quién los atacó?
-Lo cierto es que no. La policía ha puesto a dos hombres las 24 horas vigilando la entrada de la habitación y hay agentes de incógnito por toda la planta.
-Vaya. Si que se lo toman enserio…
-Sólo sé que ha habido ataques similares en otros lugares, y que parece el modus operandi de una banda o algo así.
-¿Una banda?-preguntó Chad. A Ichigo también le llamó la atención esa nueva información.
-Sí. Una bastante violenta…pero no sé más.-se encogió de hombros.
-Vaya…

Todos se quedaron un buen rato en silencio. Ichigo reflexionó sobre la posibilidad de que ese tipo con la cara pintada y el tatuaje en la mano pudiese ser el miembro de una nueva banda de delincuentes muy peligrosos. Esa idea le aterraba.

"De haber sido simplemente unos pocos individuos no habría problema, la policía los acabaría pillando tarde o temprano y asunto arreglado. Pero si se trata de una banda, al parecer bastante grande si no solo ha actuado en Karakura, será más complicado acabar con ellos."

La sirena los avisó de que su media hora de descanso había acabado y que debían volver a las clases. Se levantaron con pesar y se dirigieron a la entrada del instituto. Por el camino se justaron con el grupo de chicas que había estado cerca de ellos y no pudo evitar mirar de reojo a Rukia cuando se quedó cerca de él.

-Kuchiki, Orihime- las llamaron Keigo y Mizuiro con un brillo extraño en los ojos que delataba sus intenciones.- ¿Os apetecería venir este sábado a la feria que han puesto a las afueras?
-¡Sí, que guay!-se animó Inoue enseguida.- ¡Vamos, Kuchiki! Será muy divertido.
-¿Sí? Bueno…no sé…tendré que hablarlo con Isshin…-dijo mirando a Ichigo.
-¿Tú vas, Kurosaki?-le preguntó Inoue.
-No lo sé. A lo mejor.-dijo arrastrando las palabras.
-¿Y tú, Ishida?
-Yo…em…pues…no lo había pensado…-murmuró él poniéndose bien las gafas y enrojeciendo ligeramente.


El sábado, a eso de las cinco, Ichigo ya estaba preparado para salir y esperaba a que Rukia bajase para ir a encontrarse con el resto en la parada de un autobús que los llevaría hasta la puerta de la feria. Llevaba una camiseta negra, una sudadera morada con cremallera y capucha y unos pantalones anchos con muchos bolsillos con cierres seguros. Isshin no había puesto ningún reparo en que saliesen el sábado y les había dicho que podían volver hasta las doce o más tarde si lo avisaban antes. Luego había cogido aparte a Ichigo y le había pedido que cuidase de Rukia y que, sobretodo, volviesen juntos a casa. A él tampoco le habían pasado desapercibidos los ataques y, siendo que ella estaba en una ciudad nueva, no era conveniente que volviese sola. Además, le había confesado que la veía pálida y alicaída, y que estaba preocupado.

Mientras pensaba en eso, Rukia bajó las escaleras revisando su bolso. Llevaba unos pantalones vaqueros ajustados y una camiseta de manga corta. Anudada a la cintura, también llevaba una sudadera blanca. Cuando lo vio le miró con sus enormes ojos grises.

"Sí que parece algo pálida." Pensó Ichigo mientras la observaba bajar las escaleras.

-¿Estás lista?
-Sí.-le sonrió.

No tardaron mucho en llegar al punto de encuentro. Inoue, Keigo y Chad ya estaban allí esperando. Cuando los vio, Inoue fue corriendo hasta Rukia con una sonrisa de oreja a oreja. En la semana que Rukia llevaba en el instituto, ellas dos se habían hecho muy buenas amigas. Ichigo fue hasta Chad y Keigo y los saludó.

-¿Dónde están Mizuiro e Ishida?
-No creo que tarden.-dijo Chad y no se equivocaba.

Mientras esperaban a que llegara el autobús, el móvil de Rukia empezó a sonar. Ella lo sacó de su pequeño bolso y miró con curiosidad la pantalla.

-Perdón, tengo que cogerlo.-se disculpó y se apartó.- ¿Dígame?

Ichigo la observó alejarse un poco mientras el resto continuaba la conversación sobre el nuevo programa de televisión que habían empezado a emitir la noche anterior.

-Te digo que ese personaje tiene un oscuro pasado. Seguro que es el malo malísimo de la serie.-le decía Keigo a Inoue mientras ella lo miraba con reproche.
-¿Sólo por que tenga una cicatriz, un parche en el ojo, sea un poco serio y viva en una siniestra mansión a la que le hace falta una mano de pintura con retratos de su esposa, fallecida en un misterioso accidente tiene que ser malo?- lo defendía ella muy seria.
-¿Te parecen pocos indicios?

Ichigo no les prestaba atención. Estaba más atento a la conversación que Rukia estaba manteniendo por teléfono.

-Sí, claro. Me tratan muy bien.-le decía con un murmullo. Tras una pausa volvió a hablar.- ¿Qué tal van…?-otra pausa.- Comprendo.-miró triste el suelo y les dio la espalda.

No los volvió a mirar hasta que no se despidió de la persona con la que hablaba.

-Descuida, yo estaré bien.-una pausa y empezó a andar a paso lento hacia ellos.- Adiós, cuídate mucho, Byakuya.-dijo el nombre con melancolía y tras un momento en el que, Ichigo supuso que él se estaba despidiendo de ella, colgó y fue hasta ellos.
-¿Quién era, Kuchiki?- preguntó Inoue con curiosidad, olvidando la discusión con un desesperado Keigo.
-Mi hermano.- respondió ella con una sonrisa.
-¿Tienes un hermano? ¡No lo sabía!
-Pero…Inoue…si lo dijo cuando se presentó el otro día.-apuntó Ishida con incredulidad.
-¿A sí? Vaya, que despiste.-se rió ella.


Cuando llegaron al recinto ferial, estaba lleno de gente, luces, globos de colores y música. Había atracciones para todos los gustos y puestos, tanto de comida como de tiros al blanco que tenían como premio un peluche. A Ichigo siempre se le habían dado bien esas pruebas y le gustaba comprobar que su puntería no había empeorado.

-¿Te gusta algún peluche?-le preguntó a Rukia, observando que ella miraba un puesto en especial.
-No es nada, tranquilo.-dijo ella disimulando.

Ichigo le hizo una señal al feriante para que le cobrase un intento. Él cogió su dinero y le entregó tres pelotas viejas. El reto consistía en acertar a una pirámide de latas de refresco vacías y derribarlas todas de un golpe.

-No hace falta, de verdad.
-No te preocupes, me encantan estos juegos.
-Pero…
-Tú solo piensa en qué peluche te gusta.-le dijo Ichigo tomando una pelota y apuntando.

Ella dio por perdida la batalla y observó el mostrador donde estaban los premios. Le llamó mucho la atención un león de peluche que había en una repisa.

-¿Ya lo has decidido?
-Sí.-ella señaló al peluche y él sonrió.
-Perfecto.

Ichigo apuntó y lanzó la pelota con fuerza y certeza. Esta impactó justo en el centro de la pirámide y las latas se derrumbaron y cayeron a la repisa.

-Buen tiro, chico.-dijo el feriante acercándose al león de peluche y cogiéndolo.
-Gracias.-le sonrió Rukia cuando se lo entregó.- Muchas gracias, Ichigo.
-No se merecen.- le devolvió la sonrisa.- ¿Quieres intentarlo tú?
-Pero…yo no sé si…
-Venga, joven. No tenga miedo.-la apremió el feriante. Era un hombre de mediana edad, con el pelo marrón largo y algo enmarañado, unas curiosas gafas de cristales grisáceos y también una corta barba.

Ella, algo temerosa, cogió la pelota que Ichigo le tendía y se encaró a la pirámide. Lanzó, pero la pelota se desvió a la derecha y pasó de largo. El feriante e Ichigo sonrieron y ella hizo un mohín de fastidio.

-Déjame que te ayude.-se ofreció.

Se colocó tras ella, le entregó la última pelota y se agachó un poco para quedar a la altura de su cabeza. Rukia se ruborizó un poco pero no dijo nada.

-Apunta.-le susurró Ichigo.- Visualiza el objetivo.-ella lo obedeció. Levantó la mano con la pelota.-lanza fuerte y directa.- echó el brazo hacia atrás y lanzó todo lo fuerte que pudo.

La pelota golpeó la pirámide, pero solo derribó los dos primeros pisos.
-No está mal.-admitió Ichigo separándose.
-Vamos a hacer una cosa, muchacha.-le dijo el feriante agachándose y sacando algo de debajo del mostrador.- Ten, un regalo, por intentarlo.

Le lanzó un objeto que ella cogió al vuelo algo sorprendida. Cuando abrió las manos, vieron un llavero de algo que a Ichigo le pareció un cuchillo de cocina sin mango. Tenía el filo ancho y el mango estaba envuelto por unas vendas y de ellas colgaba la arandela para poner las llaves. En uno de los laterales estaba gravada la palabra "Zangetsu".

-¡Muchas gracias!-como respuesta, el feriante asintió con la cabeza y se fue a atender a otros clientes.

Entonces se volvió a Ichigo y le entregó el llavero.

-Tú me has regalado a Kon, yo te regalo a Zangetsu.-le sonrió. Ichigo lo cogió y la miró con curiosidad. Tenía un brillo especial en los ojos grises. Un brillo de sincera felicidad.
-Gracias.-le sonrió.

Se dirigieron a un puesto cercano, en el que estaban Ishida e Inoue. En el puesto contiguo estaban los demás, comprándose algo de comer. Ishida acababa de pagar y el feriante le entregó unos dardos para tirarlos contra unos globos. Si explotaba tres, conseguía el premio. Con rapidez y maestría propias de un arquero, lanzó tres dardos contra tres globos, que explotaron al instante. Inoue estaba muy impresionada.

-Vaya, Ishida, no sabía que fueses tan bueno.
-Ya ves.-dijo algo nervioso recolocándose las gafas.-Venga, elige uno.

Inoue eligió un peluche algo extraño. Era como un bolso rosa y rojo con unas enormes orejas a modo de brazos y piernas y un par de botones cuadrados como ojos. Le estaba tan agradecida que el dio un abrazo a Ishida, quien enrojeció hasta lo máximo.

-¡Lo llamaré Kurodo!

Fue una tarde muy entrañable. Montaron en todas las atracciones y en las mejores hasta varias veces. Cuando entraron en la casa del terror, resultó ser una especie de casa de verdad con actores que se escondían y asustaban a los más despistados. Keigo aprovechó para hacerse el duro delante de Rukia e Inoue poniéndose el primero de la fila, pero cuando le dieron el primer susto, optó por ponerse entre Chad e Ichigo, para "guardarles las espaldas." Chad ni se inmutó cuando intentaron asustarlo e Ichigo e Ishida solamente dieron respingos. Cuando unos actores que iban vestidos de locos, se pusieron entre los chicos y las chicas aprovechando el despiste de Inoue e intentaron asustarlas, ellas se defendieron a base de pisotones y patadas en la espinilla y salieron corriendo hasta la siguiente sala.

Cogieron otro autobús a eso de las diez de la noche que los llevó hasta el centro de la ciudad, donde fueron a un restaurante de comida rápida y cenaron allí. Para las once y media se despedían de los demás y atravesaban una calle de regreso a la clínica. Rukia se había puesto la chaqueta y llevaba a Kon colgando por una pata. Le dolían los pies pero no notaba ninguna señal de cansancio.

-¿Te lo has pasado bien?-le preguntó Ichigo con una sonrisa.
-Sí. ¿Y tú?-le contestó ella con otra sonrisa. El corazón de Ichigo empezó a latir frenético.
-También. Lo necesitabas ¿verdad?-Ichigo había meditado mucho esa pregunta. Quería de verdad que Rukia se olvidase de todo lo que había pasado aquella semana. Ella lo miró. Él desvió la mirada al frente.
-Sí, lo cierto es que sí. Muchas gracias.
Aquí pongo el cuarto capítulo. Espero que os guste :)) No he conseguido separar todo lo que me gustaría de la historia original pero yo creo que no está quedando mal del todo ¿no?
En el próximo capítulo aparecerá :iconsexyrenjiplz:

Capítulo III: [link]
Capítulo V: [link]

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Comments3
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Magael's avatar
Miau!!!! me encanta!!!! De verdad que describes y escribes de una forma maravillosa, me encanta como vas integrando detallitos de la serie dentro de tu historia, sin salirte del ambiente que haz creado para tu historia :la: animo animo!!! esperare gustosa la continuacion :love: