EL AMOR NO ES COSA DE 3 (IchiRukiRenki) Cap. 3

CAPÍTULO 3 : ¿SUICIDIO O ASESINATO?

-¿La conoces, Ganju?-preguntó Hanatarou confuso, pero no tanto como Ichigo.
Rukia desvió la mirada hacia el suelo y se volvió aún más triste.
-Sí.-contestó Ganju, de repente muy serio, casi amenazante.- Ella es la que sabe la verdad sobre la muerte de mi hermano.

Ichigo y Hanatarou miraron a Rukia, que seguía con la mirada clavada en el suelo y parecía haber empequeñecido. El silencio reinó de forma bastante incómoda. Ganju no apartaba la vista de Rukia. Hanatarou e Ichigo intercambiaron una mirada suplicante para que alguno rompiera el silencio, pero no sabían qué decir o cómo actuar ante una situación tan comprometida.

Ambos habían estado apoyando a Ganju y a su hermana meses antes, cuando Kaien había saltado desde lo alto de un edificio para precipitarse al vacío y acabar así con su vida. Nadie tenía ninguna duda de que ese joven se había suicidado. Los investigadores encontraron una nota de suicidio en la que decía que no podía soportar vivir sin su esposa, quien había muerto durante un tiroteo, y que lamentaba dejar así a sus dos hermanos pequeños. Tampoco había ningún indicio de que alguien le hubiese obligado a escribir la carta y saltar.  

Lo cierto es que a Ichigo no le extrañaba que Kaien se hubiese suicidado. Cuando él perdió a su madre, Isshin había caído en una profunda depresión a la que, de no haber tenido tres hijos pequeños que dependían por completo de él, hubiese puesto fin del mismo modo.
Aun así, Ganju mantenía que su hermano había sido asesinado. Y nada de lo que nadie dijera le hacía cambiar de idea.

En ese momento, Isshin apareció por el pasillo.

-Me he dejado el recetario.-dijo empezando a abrir cajones.- ¡Anda, chicos! ¿Qué hacéis aquí?
-Hola, señor Kurosaki.-lo saludó Hanatarou disimulando.- Hemos venido a ver a Rukia.
-¡Ah! Bien, bien.- dijo distraído sin reparar en la tensión del ambiente.

Cuando encontró la libreta, se despidió y volvió a desaparecer. Todo se volvió a quedar en silencio. Pero esta vez Ichigo decidió romperlo.

-¿Queréis tomar algo, chicos?
-No, gracias, nos vamos a trabajar.- ambos trabajaban en un supermercado 24h que había seis calles más arriba.

Hanatarou arrastró a Ganju hasta la calle mientras se despedía.

-Rukia, un placer volver a verte. Ya hablaremos. ¡Adiós! ¡Venga, Ganju, qué llegaremos tarde!

Cuando la puerta se cerró Ichigo se volvió hacia Rukia, que seguía sin moverse.

-¿Estás bien?-murmuró. Le pareció una pregunta tonta. Era obvio que no lo estaba. Sus ojos se habían vuelto vidriosos.
-Sí…-susurró controlando su tono de voz.- tranquilo…

Ichigo sintió un extraño vacío en el estómago y no pudo evitar  sentirse mal. Quería animarla de alguna forma.

-Vamos al salón. Ahora ponen una película que está muy bien.-dijo andando hacía el salón.

Ella levantó la cabeza y lo miró sorprendida. Esa no era la reacción que se esperaba, pero aún así se lo agradeció.


Unos días más tarde, Hanatarou volvió a visitarlos, pero sólo. Resultó que Rukia y él habían sido amigos de pequeños. Ambos vivían en el Rukongai, pero Hanatarou se había mudado a los 10 años  por el trabajo de su madre. Estuvieron hablando y riendo hasta que tuvo que volver a trabajar. Ichigo lo acompañó porque tenía que comprar unas cosas que Yuzu le había encargado.

-¿Qué tal está Ganju?
-No muy bien.-murmuró Hanatarou apagado.-Ya lo conoces. Intenta aparentar que está bien y que todo le resbala, pero su hermana me ha dicho que está triste, desanimado.  
-Eso en él no es buena señal.-reflexionó Ichigo.
-Me preocupa que haga alguna locura…
-¿Locura? No te referirás a…
-No, no creo.-explicó Hanatarou.-Pero…está así desde el día en que vio a Rukia.

Ichigo también había caído en ese detalle, y en su cabeza resonaban las palabras de su amigo: "Ella es la que sabe la verdad sobre la muerte de mi hermano."

-¿Sabes de qué se conocen Rukia y Ganju?- preguntó.
-No.-respondió Hanatarou pensativo.
-¿Y Rukia y Kaien?
-Ni idea. Sé que Kaien era policía en el Seiretei, como su esposa. Byakuya, el hermano de Rukia, también lo es... pero no sé nada más.

Ichigo suspiró. Conocía a Ganju casi desde siempre y sabía que era hombre de pocas palabras y mucho músculo.

-¿Crees que podría hacerle algo a Rukia?-le preguntó Hanatarou alarmado.
-No lo sé. El tema de la muerte de Kaien es muy serio.

Intentó meterse en la piel de Ganju para adivinar su reacción.

"Si Karin o Yuzu hubiesen saltado por un puente y todo apuntase a un suicidio pero yo estuviese seguro de que no lo había sido y hubiese una persona que supiese la verdad, ¿qué haría? Seguramente intentaría sonsacarle la verdad a cualquier precio. No hay duda."

Un escalofrío recorrió su cuerpo y una mala corazonada activó una alarma en su cabeza.

(***)

-¿Rukia?-la llamó Isshin asomando la cabeza por el marco de la puerta.
-¿Sí? ¿Qué pasa?- preguntó ella desde el escritorio de su cuarto.
-Voy a salir un momento. Volveré enseguida.
-Vale, tranquilo.-le sonrió.
-¿Quieres algo?
-No, gracias.

Isshin se despidió y salió. Ella volvió a los deberes de matemáticas que les habían mandado en la escuela. Oyó abrirse y cerrarse la puerta de la calle y un extraño silencio inundó el hogar. Karin y Yuzu aún estaban en el colegio e Ichigo había salido a comprar. Estaba sola en casa.

Tras un cuarto intento fallido arrugó con rabia el papel lleno de tachones y lo lanzó contra la pared.  Llevaba una hora o más intentando hacer sólo dos ejercicios, supuestamente sencillos, y lo único que había conseguido eran resultados erróneos y un cabreo.

-¡¡MALDITAS MATEMÁTICAS!! ¿CÓMO ES POSIBLE QUE SE ME DEN TAN MAL?-le gritó al techo con desesperación.

Entonces su móvil empezó a sonar. Cuando descolgó, la voz de Hinamori sonó al otro lado de la línea.

-¡Rukia! Que sepas que me parece muy mal que no me llames. ¿Te has olvidado de tu amiga?
-Lo siento, Hinamori. Han sido unos días algo extraños.
-Bueno… ¡te perdono!-ambas rieron.- ¿Qué tal todo? ¿Qué hacías?
-Estaba haciendo los deberes de matemáticas.-dijo con fastidio y rencor. Lanzó una mirada asesina hacia la bola de papel que había al otro lado de la habitación.
-Y deduzco que no te salían bien.-se burló Hinamori.- Chica, lo tuyo no son las mates.
-No hace falta que me lo jures.- Hinamori tampoco destacaba en las matemáticas, pero aún se defendía.

En el Seiretei, le pedían ayuda a Toshiro Hitsugaya, todo un prodigio en cualquier materia. Él y Hinamori tenían muy buena relación desde siempre y Rukia apostaría cualquier cosa por que ellos acabarían juntos. Pero Hinamori estaba colada por uno de los compañeros de Byakuya, Aizen Sosuke.

-¿Y qué tal los chicos?
-¿Chicos?-preguntó Rukia sin entender.
-Sí, Rukia, chicos. Ya sabes, el género masculino.-explicó, como si le estuviese hablando a un niño pequeño.-Dijiste que tenían un hijo de nuestra edad ¿no? I…Ichi…
-Ichigo.
-¡Sí, ese!-  su tono cambió a pícaro y juguetón.-¿Qué tal está?
-¡Hinamori!-Rukia se ruborizó.
-¡Venga, Rukia! No te hagas la santa ahora. ¿Del 1 al 10?

Rukia meditó un momento la respuesta, acordándose de la figura de Ichigo, de su carácter, de su cara… Sintió como si su estómago estuviese lleno de mariposas y su corazón comenzó a acelerarse. Pero justo cuando despegó los labios para darle una respuesta, alguien llamó a la puerta.

-Oye, Hinamori, te tengo que colgar.-se disculpó pensando que, fuese quien fuese, la había salvado.- Han llamado a la puerta y tengo que abrir.
-¡¿QUÉ?! ¡¡NO!! ¡¡NO ME CUELGUES!! ¡¡NO ME HAS RESPONDIDO!!
-La próxima vez te llamo yo ¿vale?- volvieron a llamar.- Dales recuerdos a todos. ¡Un beso!
-¡¡NO HUYAS, RUKIA!!

En cuanto colgó salió del cuarto dirección a la puerta de la calle. Pensó en Isshin y en la advertencia de Karin sobre su acostumbrada pérdida de llaves. Cuando estaba ya a dos metros de la puerta volvieron a llamas, más apremiantes.

-Ya voy.-dijo agarrando el pomo. Pero no era Isshin quien la esperaba al otro lado de la puerta.

Cuando abrió vio la figura corpulenta de Ganju Shiba y el miedo la paralizó.

-¿Podemos hablar?-dijo con voz seca y cortante.
-¿Qué quieres? Ichigo ahora no está.-murmuró. Se miraron a los ojos y un escalofrío recorrió su espalda al ver en ellos los ojos de Kaien.    
-Solo quiero hablar.-repitió levantando las manos, que hasta ese momento habían estado escondidas en los bolsillos de su chaqueta.

Ella, armándose de valor, se hizo a un lado y lo dejó pasar. Las manos empezaron a temblarle. Sabía perfectamente las preguntas que le iba a hacer. Sabía perfectamente una respuesta. Sabía perfectamente que no podía dársela.
Él entró sin más invitación y pasó hasta el salón. Se quedó mirándola muy serio. Rukia dejó una considerable distancia entre ellos y procuró no mirarlo a los ojos.

-Sabes a lo que he venido. Sabes de qué quiero hablar.
-Sí.
-Quiero saber la verdad, Rukia Kuchiki.-cuando pronunció su nombre lo dijo casi con desprecio.- ¿Qué coño le pasó a Kaien?

Cuando escuchó su nombre sintió como su estómago se encogía al máximo. En ese momento se sentía como si Ganju fuese un gigante y ella una débil hormiga. Apretó los puños e intentó mirarlo antes de contestar.

-No puedo.-murmuró otra vez. Notaba las lágrimas agolpándose en sus ojos y un nudo en la garganta que casi no la dejaba respirar, pero no quería llorar.
-¿Qué no puedes? ¡Sé que tú sabes la verdad! Él no se habría suicidado.
-Lo siento muchísimo, Ganju, pero…
-¿Acaso no tengo derecho a saber quién mató a mi hermano?-estaba empezando a perder los papeles y era cuestión de tiempo que explotase.
-Tienes todo el derecho del mundo, pero no puedo decírtelo.-dijo ella. Las lágrimas ya resbalaban por sus mejillas.
-¡Entonces dime quién lo mató!-Ganju golpeó la mesa con el puño.
-¡No puedo decírtelo! ¡No quiero meter a nadie más en esto!
-Me da igual dónde me metas ¡Quiero saberlo!-avanzó hacia ella. Rukia procuró mantener las distancias.
-¡¿Crees que no quiero decírtelo?!
-¡Pues dímelo!
-¡No puedo!-chocó contra la pared. En los ojos de Ganju se podía ver un pequeño atisbo de locura causada por el dolor y las ansias de respuestas.

En ese momento, alguien irrumpió en la habitación. Ichigo se puso instintivamente entre Rukia y Ganju con los brazos extendidos.

-Vamos, Ganju, tranquilízate.-dijo con voz calmada pero amenazante.
-¡Aparta! Ella lo sabe.
-Déjala en paz.-le espetó sin moverse ni un milímetro.- No me obligues a hacer algo que no quiero. Por favor.

Se sostuvieron la mirada durante unos minutos en los que reinó el silencio en toda la casa. Solo se oía la puerta de la calle golpear contra la pared porque Ichigo, con las prisas, la había dejado abierta con las llaves puestas. Algo en la mirada de Ichigo debió tranquilizar a Ganju. Tras mirar otra vez a Rukia, salió de la habitación y lo oyeron cerrar con un portazo.

Todo volvió a quedar en silencio. Rukia estaba contra la pared sin poder moverse. Las lágrimas corrían libres por sus mejillas y su respiración era agitada. Ichigo también se relajó. Su respiración estaba algo más calmada que la de Rukia. Entonces, se volvió hacia ella.

-¿Qué ha pasado?
-Nada.-murmuró ella bajando la mirada.-No ha pasado nada.
-No me jodas, Rukia. Ganju estaba descontrolado, podía haberte machacado.
-Te digo que no ha pasado nada.

Se dirigió hacia las escaleras sin mirarlo y desapareció en el piso de arriba. Ichigo la siguió con la mirada. En ese momento. Isshin entró por la puerta silbando alegremente.

-¡Hola, hijo!-lo saludó. Ichigo no lo miró.-Ten tus llaves, te las has dejado en la puerta, despistado.-Se las lanzó y él las cogió rápido.- Por cierto, ¿Sabes qué le pasa a Ganju? Me lo acabo de cruzar y parecía muy cabreado.

Ichigo volvió a mirar las escaleras por las que Rukia había desaparecido guardándose las llaves en el bolsillo.

-Ni idea.-murmuró.